Friday, June 23, 2006

Mi otro amor atávico

Yo creo que mi amor por ti fue parte de mi diseño original. Cuando me dibujaron el arco de los pies, el pelo rizado y la falta de paciencia, ahí fue cuando te marcaron en mis entrañas con una solución indeleble que a pesar de mis esfuerzos no puede borrarse. Sí, a veces quiero borrarte.

Sé que te acuerdas de mi. Sé por cierto que vivo en tus sueños de colores. Como tú, me pregunto si ya terminó nuestra historia, o si nos espera a los dos un destino resignado y circular, inevitable.

No te perdono esta visión atemporal que me dejaste, donde todo permanece idéntico a como lo dejé. Mis amigas de oro en casa de sus papás, mi recámara intacta con mi enciclopedia de mitología, mis ganas de no ir a la escuela. Mi mamá que me lleva de viaje a lugares de arena. Mi papá en su biblioteca y con una mano en la frente.

No es que me hayas dejado con miedo. Es que eres el misterio azul de lo que pude haber sido, lo que ya no tengo tiempo de ser. Es que me inculcaste todo un sistema de paranoia, perverso, que pasa de diminuto a todopoderoso sin dar a conocer el origen de esa fuerza que me recuerda al mar.

Me escapo a una casa de techos altos y muros blancos, y aunque veo a la luna por el tragaluz me arrastras de regreso a un mundo impenetrable y totalmente convincente - como la lógica de una pesadilla - donde cada incidente secreto toma el sentido de un mensaje divino, de un códice que solo podemos leer tú y yo. Nadie adivina lo que voy armando, este rompecabezas inevitable que es mi condena, donde selecciono cada detalle irresistible, lo modifico, hasta que el resultado expresa y confirma mi terrible hipótesis original.

Me dejaste con este hechizo, con un recuerdo de tardes largas y obscuras sin nada que hacer, con el sabor salado de placeres que jamás me dieron placer. Pérdidas amargas que tal vez sufrí, tal vez no, pero que se repiten, como un error del que no aprendo, como un eco vacío y sin poesía, infinito, como esos discos viejos que se rayaban.

Si me distraigo, si me alejo de mi sillón rojo y de la isla que cabe en mi cocina, así me siento porque no estás y porque fui yo la que se fue. Así me siento, con esta constante sensación de que las cosas se quedaran para siempre sin terminar. Con una vida en las manos bella, rica, afortunada, que sin aviso se vuelve ansiosa, rasgada, enredada.

He declarado con una autoridad que no siento, con una convicción falsa, pero absoluta, que vas a ser tú, mi amor, a ganar la copa del mundo. Porque si no soy yo a creer en ti con fe ciega, quién? Quien más lleva a México como una cicatriz, una cicatriz diseñada en el corazón con aquella tinta maldita?

1 comment:

Miguel Cane said...

Querida Dushka:

Sí, hay veces que siento lo mismo, este inexplicable amor que me subyuga, por una tierra que algunas veces pareciera no quererme de vuelta.

Es una tierra que dejaré, pero que no me abandonará jamás. Es algo que nuestra generación comparte.

Este es un hermoso texto. Gracias, DZ.

Cariños,